Una flor marchita
Llegó cabizbaja y sin hacer contacto visual, no se quitaba el cubreboca, decía que la “protegia del COVID”, aun estando solas en la sala de trabajo y cuando ya no era requerido su uso, la mascarilla en realidad la protegia de ser vista, sus hombros permanecían agachados, las manos se encontraban dentro de las bolsas de su chamarra. Cualquiera pensaría que esta pequeña personita era débil, vulnerable y que nunca saldría adelante, cualquiera concluirá que su vida sería un reflejo de si misma.
Empezamos a trabajar arduamente, cada lección era como el agua que alimentaba a una flor marchita, la flor empezaba a revivir, a crecer, a enderazarse, a florecer … a descubrir su valor real y personal, aprendió a mirar de frente, aprendio a descubrir sus emociones, a nombrarlas a comprender su origen y aprender su significado, aprendió a enfrentar situaciones dolorosas, lo cual implicaba un gran reto, logro ser asertiva y comprender que no hay culpa ni vergüenza, solo aprender a conocernos a nosotros mismos y sentirnos orgullosos de quien somos, logro cambiar su presente, pero sobre todo su futuro. Ahora tiene un grupo de amigas, sus calificaciones aumentaron, la vulnerabilidad y el miedo ya no son parte de su vida y su pequeña boca sonríe!