Ay, ay, ay... a todos nos urge el regresar a la vida normal donde las rutinas positivas de espacios físicos de trabajo y escuela diferenciados, donde cada miembro de la familia generaba su propio desarrollo -su mini universo personal, dentro del sistema familiar- donde desde los más pequeños hasta los más adultos, salían de la cueva para vivir experiencias y regresar al grupo. ¡Han sido muchos meses ya! Y la noticia del regreso a clases presenciales-híbridas, o lo que cada quien entienda por eso, nos llenaron de esperanza.
Sin embargo, el día del regreso ha llegado y los problemas para hacerlo son variados y de diversos panoramas:
- Escuelas públicas vandalizadas, muchas de ellas han sido literalmente desmanteladas, hasta las tuberías se han robado, y por supuesto no pueden regresar en esas condiciones porque ni agua hay para las medidas de higiene necesarias -con o sin pandemia-.
- Escuelas estructutalmente semideterioradas, las cuáles no fueron vandalizadas pero requieren su "manita de gato" y al pedir los maestros apoyo a los padres para ir a limpiar o pintar, se niegan a cubrir las cuotas porque no tienen la capacidad ecónomica por la pandemia que ha mermado su ingreso.
- Escuelas privadas en condiciones buenas, donde el entorno físico está bien cuidado y listo para operar pero que encuentran las siguientes problemáticas:
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- Los padres no quieren mandar a sus hijos en un 46% de los casos por miedo al contagio.
- Los maestros tienen doble desgaste al preparar clases presenciales y en línea lo que genera una situación de "burn out" grave en algunos casos y propicia la ansiedad.
- Niños con miedo a regresar a socializar donde no saben qué pasará en la escuela y no tienen idea cómo volver a hacer amigos.
- Recomendaciones de expertos de no exponer a los niños al contagio, mientras que otros hablan del daño emocional y educativo de no hacerlo.
¿Entonces qué hacer y por dónde empezar?
Es como si una montaña de cosas estuviera sobre nuestros hombros y lejos de dar esperanza nos trae más confusión sobre cómo proceder y qué será mejor.
Yo lo que creo es que requerimos centrar nuestra mente hacia lo positivo, hacia la esperanza, hacia el hecho comprobado por la Clínica Mayo de que el virus afecta a en mucho menor proporción y gravedad a los niños menores de 14 años.
Pensando en ello, y sumado al daño emocional de la falta de estudio y aprendizaje constante que hace que la mente esté enfocada en el crecimiento y desarrollo personal, es importante tomar una decisión HOY con confianza y fe, para que una generación completa -los pandemials- no sufran las consecuencias del rezago educativo, el daño emocional, que los pueda sumir en la falta de oportunidades profesionales en el mediano y largo plazo.
Considero que los datos duros y las medidas de cuidado personal como el uso de cubrebocas y el lavado, sanitizado de manos, más una buena dósis de alegría diaria, hará que nuestro estado inmunológico se conserve bien y así protegernos de todo lo que no podemos controlar.
Dice Steven Covey en los 7 hábitos de la gente altamente efectiva que el segundo hábito se centra en tomar acción en nuestro radio de acción personal. Es decir, hay dos círculos: el interno y el externo; el externo es la pandemia y el interno es nuestro autocuidado. Con el externo no hay nada qué hacer... más con el interno podemos mantenernos a raya con amor y cuidados para seguir evolucionando y funcionando bien.
Creo que vale la pena intentarlo, ¿tú qué piensas?
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