Una flor marchita

Llegó cabizbaja y sin hacer contacto visual, no se quitaba el cubreboca, decía que la “protegia del COVID”, aun estando solas en la sala de trabajo y cuando ya no era requerido su uso, la mascarilla en realidad la protegia de ser vista, sus hombros permanecían agachados, las manos se encontraban dentro de las bolsas de su chamarra. Cualquiera pensaría que esta pequeña personita era débil, vulnerable y que nunca saldría adelante, cualquiera concluirá que su vida sería un reflejo de si misma.

Empezamos a trabajar arduamente, cada lección era como el agua que alimentaba a una flor marchita, la flor empezaba a revivir, a crecer, a enderazarse, a florecer … a descubrir su valor real y personal, aprendió a mirar de frente, aprendio a descubrir sus emociones, a nombrarlas a comprender su origen y aprender su significado, aprendió a enfrentar situaciones dolorosas, lo cual implicaba un gran reto, logro ser asertiva y comprender que no hay culpa ni vergüenza, solo aprender a conocernos a nosotros mismos y sentirnos orgullosos de quien somos, logro cambiar su presente, pero sobre todo su futuro. Ahora tiene un grupo de amigas, sus calificaciones aumentaron, la vulnerabilidad y el miedo ya no son parte de su vida y su pequeña boca sonríe!

Desarrollar en nuestros niños y jóvenes su autoestima y las habilidades sociales les posibilita vivir su infancia y juventud de una forma más alegre y completa. Todos recordamos lo difícil que fue ser niño, en realidad no todo era color de rosa, quién no recuerda subir al camión de la escuela donde dominaban “los grandes” y no te dejaban ocupar cualquier lugar del autobús?, quien no recuerda el miedo que experimentamos para enfrentarnos a las burlas del aquel que quería sentirse importante a nuestras expensas?, todos recordamos los famosos “UHHH” cuando respondías algo incorrecto o dolorosamente algún evento donde todos eran requeridos menos nosotros.

Es indispensable comprender que dichas experiencias no deben ser minimizadas y menos normalizadas, no son “cosas de niños”, es indispensable comprender que este tipo de experiencias dan forma y color a la personalidad del niño o joven para toda su vida, para bien o para mal. Nosotros como adultos no podemos controlarlas por más que lo deseáramos; sin embargo si podemos ofrecer a nuestros hijos y alumnos aquellas habilidades que requieren para enfrentarse a estas situaciones y a través de ellas reforzar su personalidad y proporcionarles el empoderamiento adecuado para enfrentarse a la vida, sin agredir pero por supuesto sin permitir ser agredidos.

Regar esa pequeña flor que representa cada uno de nuestros niños jóvenes, supone proporcionales la posibilidad de una infancia y una juventud más feliz y plena, pero sobre todo darles la posibilidad de ser adultos exitosos en todas las áreas de su vida, pero sobre todo más felices.

Reflexiona… como sería hoy tu vida si hubieras tenido la oportunidad de desarrollar tu Inteligencia Emocional, haz hoy por tus hijos y alumnos lo que tu no tuviste la oportunidad de experimentar!